miércoles, 23 de septiembre de 2009

Como crear un monstruo

Obtenga primero un sujeto con cualidades, deseos, esperanzas, con ganas de ser el mejor tipo de persona posible; posteriormente añádale fracasos, humillaciones, vejaciones, soledad, una que otra cicatriz en su corazón; añádale un amor más grande que nada en este mundo hacia una persona que no puede sentir lo mismo.

A lo anterior, es necesario añadirle la indiferencia del ser amado, y un cariño por parte de otra persona que de verdad lo quiera, deje que el sujeto quede ciego por el amor imposible, permita que el sujeto intente olvidarla con esa nueva persona, haga que el cariño por esa persona crezca sin que pueda acercarse al del amor imposible.

Permita que el sujeto deseé sentir el amor de esa persona, permita que el sujeto le muestre el cariño a esa persona, pero impida que olvide al amor imposible, haga todo lo posible porque a pesar de que quiera mucho a esa persona no pueda olvidar ese gran amor... hágale sentir que es el amor de su vida, y que es mucho más grande que el primer amor que recibe.

Ahora sólo deje reposar, y este sujeto confundido, simple y sencillamente se convertirá en un ser despreciable, que teniendo su corazón ya herido completamente lleno del amor imposible, deseé sentir el cariño de esa nueva persona, ya que le ayuda a curar las heridas, y de verdad le hace sentir bien. Siéntese y observe como esta dicotomía sentimental ocasiona que nuestro sujeto inicial se dedique, incluso sin percatarse, a herir una y otra vez el corazón de aquella persona que lo ama.

Déjelo seguir más y más, hiriéndole de forma cruel aun sin darse cuenta, no le permita terminar ese trabajo hasta que haya hecho un daño tan grande que los efectos colaterales lo alcancen, permítale seguir ahí, el sujeto se ha convertido en un monstruo que ha destruído todo lo bueno que jamás había tenido, lo ha hecho trizas y ahora la culpa lo invade, el dolor, la tristeza y habrá dejado cicatrices en el corazón de esa persona que lo amó; pero ahora él tendrá cicatrices nuevas y más grandes y endurecerá su corazón un poco más para la próxima oportunidad de atacar.

Detenga al monstruo si puede; si no, es capaz de destruírse a sí mismo....

Thanatos

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jueves, 17 de septiembre de 2009

Tormenta

Infernales sonidos

Estremeciendo mi alma

Lúgubres destellos

Breves instantes de calma


Las penumbras interrumpidas

Por su corta luminosidad

Las lagunas surgidas

De esta tempestad


Inclemente, imparable

Su fuerza implacable es

Acompañado del constante

Sonido de la lluvia caer


En la oscuridad nocturna

Relámpagos de terror

Cortan de tajo la penumbra

Muestran segundos de horror


Y el estruendo aumenta

En la tempestad

La tormenta se acerca

Pronto llegará


Un rayo fulminante

Un instante mortal

Sonoro, potente, brillante

Mi vida culminará


Thanatos


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martes, 15 de septiembre de 2009

LIMBO


Cruzando infinitos espacios de vacío y espesa negrura, viajando por aquellos sitios donde la luz teme ir, esos oscuros lugares donde el silencio tiene su templo.

Así en esta infernal travesía me encuentro, recorriendo esferas ajenas a todo ser viviente, extrañas, impensables para los seres humanos, aquellas órbitas lejanas donde la imaginación del hombre común no ha llegado, hasta ahora.

Y por más que trato de detener este recorrido, por más que quiero que este viaje perenne termine, me resulta imposible. Esa oscura fuerza que me empuja y que me impide volver, esa fuerza que hace tiempo me aterrorizó pero que con el paso de los años ha llegado a estar siempre conmigo, al punto de no temerle más; pues no tiene sentido alguno temer a lo inevitable. Cada segundo, cada instante, cada latido, cada parpadeo, cada momento que pasa mi fin se aproxima.

Eterno viaje que comenzó desde aquél terrible instante en que la luz abandonó mis ojos, y mi vida. Horrible destino que me lleva a recorrer insondables cosmos y universos que son aparentemente infinitos, pero que no lo son. Estoy seguro de que hay un final en este camino extenso, pero que es un final tan espantoso que temo por conocerlo.

No me atrevo a discernir que habrá al final de esta vía, no oso siquiera imaginar, y menos deseo volver la vista hacia mi cuerpo inmaterial que se ha convertido en un fugaz rayo de luz amorfo en medio de este vacío, un haz deforme es lo que de mi cuerpo queda, y en medio de esta soledad infernal es lo único que puedo ver y no quiero ver.

No quiero enloquecer una vez más, como lo hice al inicio de este largo recorrido, cuando me atreví a volver los ojos hacia mí, y presencié y corroboré que de mi cuerpo no quedaba nada, que en realidad mi vida había culminado y que esa idea de alma que tanto canturrean los hombres de fe es una versión escasamente distorsionada con respecto a la realidad.

Tal vez es este un castigo a mi desinterés hacia el mundo exterior, esa conducta ermitaña que me caracterizó los últimos días de mi vida. Quizá este viaje interminable, en medio de la soledad, en donde la oscuridad y el silencio me rodean, donde mi voz no es escuchada, donde mis pensamientos son mi única compañía. Y que terribles son mis pensamientos, en cuanto recuerdo lo ocurrido antes de iniciar este largo camino.

Este infernal silencio, este tortuoso camino y esta horrenda quietud propiciada por mi estancia única en este universo ajeno al real merman considerablemente mi cordura, mi intelecto, mi salud mental. Y mis recuerdos, mis pensamientos que son lo único que me acompaña son tan terribles que no hay peor castigo que el ser secundado únicamente por ellos. Quisiera que en realidad al morir, la existencia viera su fin en todos los casos, pero ahora conozco lo que hay más allá, y me arrepiento terriblemente por haberlo dudado, por haber creído en tan cruel falacia de un final sin sufrimiento eterno.

Mis recuerdos son desesperantes, aun vuelve a mi memoria ese último instante de mi vida, cuando el horror me trajo aquí. Recuerdo esos terribles sonidos infrahumanos, que en cualquier individuo que no haya recibido la preparación torcida que tuve, causaría la pérdida total de la razón. Esos infernales ruidos que aun llegan a mis oídos a través de mis pensamientos y que en medio del silencio me ensordecen, como desearía olvidar.

Aun me veo en ese lóbrego y oculto laboratorio en la porción inferior de mi vieja casona, donde hacía esos experimentos heréticos, esos desalmados intentos por conseguir lo impensable. Los cánticos que entoné, los coros que me siguieron, la intensidad del sonido en aumento, y yo en soledad.

En esa época, me había interesado en cosas demasiado perturbadoras para una mente débil, no alcanzaba a medir la magnitud de las consecuencias, no pude percibir que mis errores y mi incursión a tan oscuros métodos me acarrearía un sufrimiento eterno que en este instante pago.

Mis investigaciones eran variadas, aunque de la misma escabrosa materia, no me atrevo a mencionar con claridad en que consistían pues no quiero empujar a alguna mente tan débil o tan curiosa como la mía, hacia estos abismos donde me encuentro ahora, sin saber si caigo o vuelo, o en línea recta viajo, donde la soledad es mi compañera y la oscuridad reina.

Si mis súplicas pudieran ser escuchadas en este momento, me sentiría satisfecho de saber que mis advertencias llegarán hacia aquellos noveles investigadores de lo oculto, de esos arcanos rituales que condenaron mi ser a la eternidad del sufrimiento.

Esto ocurrió hace cerca de 300 años, si no me equivoco, eran momentos grises y mis recuerdos ahora son nebulosos sobre lo que ocurrió antes del día de mi partida para este viaje.

Recuerdo que mi actuar se hacía más oscuro, la compañía de los seres humanos se me hacía cada vez más insoportable a la vez que mi presencia repugnaba a las almas puras y piadosas.

Mis impíos métodos incluían el hurto de cadáveres, así que con frecuencia frecuenté los cementerios en busca de seres cuya vida había finalizado. Ahora me arrepiento de haber cometido tan perversos actos. Corté, quemé, licué, perforé y destacé sin saber que provocaba dolor y tormento a sus almas.

Desde el instante en que aquél negro libro llegó a mis manos, la luz fue apagándose en mi vida, y las amistades que en principio fueron numerosas fueron distanciándose. Más aun cuando con el paso del tiempo, mi necesidad por cadáveres me alejó de los osarios para acercarme a las callejuelas donde cometía actos innombrables, donde corté de tajo infinidad de vidas por puro divertimento e investigación.

Pobres de aquellos seres que fueron privados de su descanso, y me lamento aun más por aquellos a quienes hice descansar contra su voluntad. Me convertí en un monstruo sediento de sangre, con un corazón frío y un cerebro calculador.

En fin, en la fatídica noche donde esta travesía inició, mi locura se exacerbó aun más ante la cercanía de la meta. En cuanto me acercaba a conseguir el mortal elixir que tantos años busqué, los terribles sonidos me ensordecían, y conforme el tiempo y la noche avanzaba se hacían más presentes, se hacían más intensos al grado de retumbar en las paredes de mi habitación como terribles aullidos de una jauría de lobos a la luna en medio de la oscura noche.

Pienso omitir más detalles sobre la fórmula que buscaba, y sobre si la conseguí pues no deseo despertar el interés en quienes como yo, débiles de personalidad podrían caer en semejante conducta y que podrían sufrir consecuencias similares a la condena que ahora cargo.

El recordar aquella terrible noche, me lleva al borde de la locura, tan sólo imaginar los ojos que me miraban en todos lados, esos terribles y brillantes ojos que en medio de la oscuridad se fijaron en mí. Aquellos innumerables ojos en el cielo nocturno que de pronto posaron su vista sobre mí.

Esos ululantes gritos, esos terribles y perversos cánticos que entoné y aquellos infernales sonidos que me rodeaban. Sollozos infrahumanos que se lamentaban y reían, que al mismo tiempo gemían y se burlaban de mi condición.

Con horrible escalofrío vuelve a mi mente la silueta oscura que observé en el umbral de mi puerta, que veloz se aproximaba desde las lejanas calles y que sabía que vendría a terminar con mi vida de una forma imposible de narrar.

En esos tiempos portaba yo un revólver, y sabiendo que sería inútil descargarlo sobre aquél negro ser de universos ajenos al mío, lo descargué sobre mi sien. En ese instante perdí la última chispa de luz que en mi vida había, pero conservé el oído y escuché aun los terribles sonidos, las asquerosas pisadas, el putrefacto hedor de aquél terrible ser.

Horror, terrible equivocación, la fatal descarga del proyectil sobre mi sien no me privó aun del tacto, y pude sentir las garras o dientes de aquél terrible ser desgarrar mi cuerpo, no sé, ni quiero pensar que fue de lo que en vida fui, pues aquellas repugnantes sensaciones que acompañaron a mi muerte son imposibles de contar. Un dolor terrible embargó mi ser y de pronto la oscuridad y el silencio, la calma llegó demasiado tarde, pues ahora en mi mente conservaba los últimos recuerdos de lo que observé, lo que escuché, olí y aun peor, lo que sentí.

Ahora todo era oscuridad, y una vez que el horror terminó, me hallé en este silencio, en este viaje horrible cuyo fin es lejano, pero existente. Temo por el final del viaje, y temo por no terminarlo, pues con el paso del tiempo mis pensamientos me traicionan y a mi mente vuelven las sensaciones de mis momentos finales.

Por ahora, no hago más que ver un haz solitario de luz, que es lo único que de mi ser perdura, en medio de este vacío infinito, de esta penumbra total, de este oscuro cosmos que bien podría llamarse… limbo.

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Pues aquí mi primera publicación, me gustaría mucho que hubiera comentarios.